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viernes, 13 de noviembre de 2009

En la radio nos sentimos orgullosos

En el primer maratón del año 2008, los niños de Huelva se volcaron con los niños de Senegal entregando juguetes
Este artículo anónimo enviado a Foro Recre, nos anima aún más a volcarnos con la recogida de juguetes para la Escuela de Fútbol del Rece en Senegal. Lean y opinen.
LA ESCUELA DEL RECRE EN SENEGAL
Un niño al nacer, en cualquier parte del mundo, debe por obligación hacerlo con unos derechos adquiridos de por sí, por eso, por el simple hecho de nacer y venir al mundo. Unos derechos de obligado cumplimiento que deberían ser recogidos por todas las organizaciones internacionales del mundo y amparados y puestos en práctica por todos los gobiernos habidos y por haber, independientemente de su condición, religión, situación social o color político. Y uno de esos derechos es el derecho a jugar, a disfrutar de una infancia, el derecho a soñar, a compartir experiencias con sus compañeros de juegos, a tener sueños y esperanzas. Porque con el juego se inicia nuestra futura condición de adultos, el juego invita a ser sociables, nos prepara para el futuro y promueve nuestra imaginación y nuestra capacidad de soñar. Soñar con ser astronauta, bombero, futbolista, piloto, espadachín de la corte, capitán pirata…..soñar con todo lo que la mente de un niño puede y debe procesar como tal. Pero cuando te encuentras con zonas en las que el principal sueño de un niño es cómo conseguir el almuerzo del día siguiente, toda esta palabrería biensonante se queda en absurdos planteamientos sin sentido y en literatura barata del occidente más decadente, que sólo sirve para tranquilizar un poco nuestras endurecidas conciencias de telediario de sobremesa.
Tan sólo de vez en cuando, sin saber concretamente cómo, surge casi de manera espontánea movimientos que se rebelan contra situaciones injustas y sin hacer falta medios ni grandes presupuestos, ponen en funcionamiento mecanismos de ayuda y solidaridad que alcanzan objetivos complicados y a priori, inalcanzables. Tan sólo con la unión y el pequeño esfuerzo de colectivos concretos, se consigue ofrecer a quien no tiene, esos sueños, esos derechos y esas esperanzas que por ley, no tienen ni tendrán nunca por el simple hecho de haber nacido más allá del mundo pudiente. Y se mantiene ese movimiento incluso mientras se atraviesan momentos de crisis financiera y social. Crisis, palabra acuñada por banqueros, inmobiliarios y agentes de bolsa, que rinde poco honor a su significado y prostituye su semántica. Cuando por aquí a no poder cambiar de coche, a no poder conseguir una hipoteca o a no poder ir de viaje en verano le llamamos crisis, cuando por aquí a la subida del euribor o al IPC negativo le llamamos crisis, hay personas a las que la palabra crisis les acompaña desde el mismo momento de su nacimiento y no se libran de ella hasta el final. Porque crisis es no poder dar de comer a tus hijos, no poder ofrecerles un futuro, no tener un juguete que darles ni un pantalón que ponerles, tener que llevarlos a trabajar en vez de dejarlos en la escuela o mandarlos al mercado en lugar de estar jugando con sus amigos. Eso es crisis, y todo lo demás puede que sea pérdidas de poder adquisitivo o retroceso financiero, pero no es crisis.
Y uno de esos movimientos espontáneos y desinteresados lo hemos visto nacer aquí, en nuestra tierra, en Huelva, alrededor de su equipo de fútbol.
Desde noviembre de 2007, en la zona de Sebikhotane, uno de los barrios más deprimidos de la capital Senegalesa, cerca de la carretera que lleva al desangelado aeropuerto que domina la costa oeste africana, existe una pequeña escuela de fútbol que impregna de colorido el árido y ocre entorno que la rodea, cambiando el beige natural de la zona, por un llamativo y luminoso azul y blanco. Es una pequeña escuela de ilusiones y esperanzas que más que enseñar a jugar al fútbol, enseña a más de 300 alumnos valores más importantes que los que pueda ofrecer todo lo que rodea al más que manido y mercantilizado “deporte rey”. Valores de ayuda, de solidaridad, de esperanza en un futuro mejor, valores que sirven entre otras cosas, para aprender que cualquier objetivo es posible si se aúnan esfuerzos y se canalizan intenciones.
Es una escuela de fútbol en la que lo que menos importa es eso, el fútbol. Es una escuela que ha conseguido canalizar y encauzar un aluvión de solidaridad y ayuda procedente de los aficionados del RCR de Huelva que poco a poco, sin ruido, discretamente, sin portadas de periódicos ni cabeceras de telediarios, cada 40 días, gracias a haber podido montar un efectivo dispositivo de recogida y envío de mercancías, dotan al centro social de Dakar de infinidad de material que aquí probablemente más tarde o más temprano, no tendrían otro destino que el contenedor de basura, o el olvido permanente en algún oscuro cuarto trastero. Bicicletas, patinetes, balones, peluches, cientos de juguetes de todo tipo, ropa de vestir, menaje del hogar, material escolar, herramientas, ordenadores, calzado, ropa de bebés, televisores, y un sin fin de mercancías que desde los hogares de los aficionados del Recre, parten casi cada mes por el inmenso Atlántico con el único fin de hacer felices a unos niños que no habían oído nunca hablar de su derecho a jugar ni de su derecho a soñar y a tener esperanza. Es la Escuela “Recreativo de Huelva” de Dakar, la escuela del Recre.
Y si, es la escuela del Recre, por mucho que desde algunos estamentos se diga que “El Recre no tiene ninguna escuela en Senegal”, ha sido, es y seguirá siendo mientras sus aficionados así lo quieran “La Escuela del Recre”. Porque “El Recre” no es simplemente un club de fútbol o un Consejo de Administración, “El Recre” es algo más y sobre todo, “El Recre” es lo que quieran sus aficionados que sea. Y al día de hoy, “El Recre” tiene un muy importante centro social de ayuda y solidaridad en una muy complicada zona del África subsahariana, sostenida y financiada por sus aficionados, por estudiantes, obreros, amas de casa, parados, pequeños empresarios, aficionados jóvenes y menos jóvenes, de tribuna, de Gol Norte, de Gol Sur, de fondo numerado, de Huelva capital, de la provincia, aficionados que rebuscan en sus trasteros y tiran de sus bolsillos para seguir manteniendo un oasis blanco y azul, con una enorme bandera de Huelva en su puerta, que sirve para dotar a esos niños de esos sueños y de esa esperanza y a sus familias de medios para hacerles más fáciles sus vidas. Un poquito más fácil, sólo un poquito, pero bendito poquito.
Por eso, cuando oigo o me dicen que “El Recre no tiene ninguna escuela en Senegal” no puedo sino rebelarme y decir que eso es radicalmente falso. El Decano no sólo tiene una escuela, sino que tiene una fábrica de ilusiones para 300 niños a los cuales les brillan los ojos cuando en el puerto de Dakar ven acercarse por el horizonte el buque mercante que cada 40 días viene cargado de todo aquello que les mandan desde Huelva, el buque mercante que viene cargado con todas esas cosas que les manda…“El Recre”.
Todo lo demás, es pura demagogia política y retórica sin sentido.

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